Todas las emociones, incluidas el odio, son
legítimas. Es más, no se
pueden ni se deben controlar. Ahora bien, lo que tampoco puede ocurrir es
que el odio te controle a ti. Lo que se puede hacer con las emociones es
aceptarlas, y gestionarlas. ¿De qué forma?
En mi opinión, lo primero que podemos hacer es preguntarnos cuál es la intención positiva de sentir odio, es decir, qué cosa buena para nosotros quiere el odio. Veámoslo con un ejemplo. Supongamos que alguien ha cometido un acto que nos ha causado un daño grave y juzgamos que hay una intención en causarlo. Y por ello sentimos odio hacia esa persona. ¿Cuál podría ser la intención positiva que sintamos odio? Podríamos pensar que el odio nos da energía para anular a nuestro “enemigo” y de esta manera defendernos. En definitiva, lo que busca el odio es protegernos.
Esto me parece un gran descubrimiento porque
nos permite darnos cuenta de dos cosas. La primera es que el
odio, que es un sentimiento que nos
aleja de la paz y el equilibrio, busca algo positivo para nosotros que es satisfacer nuestra
necesidad de seguridad. La segunda es que nos permite separar intención de
comportamiento. Vamos, que una cosa es buscar la seguridad y la otra es
comportarnos con agresividad para anular o aniquilar aquello que nos causa esa
falta de seguridad. Lo primero es siempre legítimo, lo segundo, no.
Emocionario. Palabras Aladas. |
El otro aspecto a considerar es que esta
emoción es poco “ecológica” porque busca dañar o anular a la otra parte y
además es una emoción que nos aleja de la paz y el equilibrio. Lo que se trata
es de transformarla teniendo
siempre presente mantener la intención positiva del odio que, en nuestro
ejemplo es mantener nuestra seguridad personal.
Fuente: http://rumbointerior.com/como-puedo-convertir-el-odio-en-algo-valioso/
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