martes, 17 de enero de 2017

TRABAJAMOS "LA TERNURA"


Emocionario. Palabras Aladas.
He aquí una palabra de la que todo el mundo habla hoy. Nadie puede vivir sin ella porque la vida sería muy difícil si faltara. Una palabra que va directa al corazón, pues evoca los momentos en los que nos encontramos maravillosamente bien, distendidos, confiados y gozosos de amar y ser amados... Una palabra que sintetiza afecto, calor, dulzura y consuelo.
Hemos sido educados para la competitividad, para la lucha, para la defensa, no para la ternura. La educación para la ternura exige la revalorización del mundo afectivo. Y exige también el desarrollo de competencias que permitan expresar, dar y compartir ternura. Necesitamos ser acariciados para crecer. Necesitamos también acariciar. La caricia libera. Dice Jean Paul Sartre: “La caricia no es un simple roce de epidermis; es, en el mejor de los sentidos, creación compartida, producción, hechura”.

La ternura es un valor tan necesario en nuestra vida como el aire o el alimento. Se alimenta de cosas pequeñas que brotan del corazón: una mirada, una mano, una sonrisa, un gesto, una palabra, un estímulo, un aliento... Una puerta abierta a los sufrimientos más íntimos, más secretos, más recónditos, aquellos que apenas nos atrevemos a balbucir... La ternura es un producto raro. Sin embargo, sin ella, el hombre y la mujer no llegarían a ser verdaderamente humanos. La ternura aparece cuando nuestras relaciones humanas dejan de ser utilitarias, cuando no esperamos necesariamente algo de los otros. Comienza con el respeto y el reconocimiento de su libertad. Ella está en la base de una sana y profunda alegría del vivir. La ternura nos hace vulnerables, pero nos convierte en más humanos. Tenemos la misma edad que nuestra ternura.

Fuente: http://www.xtec.cat/~vmessegu/personal/espigant/emoternu.htm






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